En 1999 me acerqué al teatro movido por las ganas de estar en un lugar donde no falte el arte. Principalmente donde no falten historias, música y donde pudiera ausentarme un buen rato del cotidiano; para vivir la lógica de otros mundos posibles, así fuese solamente en mi imaginación. Pero en ese primer trabajo conocí a un grupo de artistas quienes, con un show de cuentos musicalizados, me enseñaron que los mundos imaginarios podían ser presentados a un público que estaba dispuesto a llenar el teatro para sentir la vida un poco más cerca.
Así me enamoré del teatro y lo tomé un poco más en serio, en 2001, cuando ingresé a estudiar actuación.
A mitad de camino conocí la pantomima y luego el mimo corporal. Entonces comprendí que había algo que daría sentido a mi vida, haciendo algo por mí y para gente de todas las edades en cualquier parte del mundo. Así empecé a viajar en Perú, donde nací, y luego por otros países cada vez más y más lejanos.
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